LAS LOGIAS
Al propagarse
entre los laicos
el conocimiento y el ejercicio de
la arquitectura, al
elevarse de este
modo el sentimiento
de la naturaleza humana
y el poder de las
ciudades, se empezó a dar a
la vida una
forma más cívica;
el espíritu germánico se
despertó en toda
la energía de
su fuerza, y trató
de llegar a
la realización de
todas las creaciones, de todas
las magnificencias del
arte; y en virtud de
este poderoso y atrevido
esfuerzo, librándose primero
de los principios extranjeros
en la forma,
y apoyándose en
otra brillante y completa,
el genio nacional
reveló por vez
primera su íntimo
pensamiento en una expresión propia;
tal fue el origen
del estilo germánico
(gótico) (1225-1525.)
Los maestros
masones alemanes se
apoderaron con gran acierto
de los resultados obtenidos
por otros, y
los conocimientos así
adquiridos, fueron cuidadosamente conservados por ellos
en el seno
de sus corporaciones, en
las logias, cuya organización,
como un lazo
universal, unía poco a poco
en estrecho lazo a los
obreros de todas las ciudades más importantes.
Los habitantes del
Norte de Francia, gente activa,
amiga de novedades
y germanizada en
alto grado, se consideran
como los creadores
del estilo gótico, (según Lübke), que
en el año
1160 aparece en su territorio. De este
punto pasó bien
pronto a Inglaterra
y después a Alemania y a otros
países del Norte, mientras
los países meridionales tomaron
una parte menos
activa en el movimiento
general. Estaba reservado
a Alemania el desenvolver progresivamente el estilo
gótico, que a juzgar por la
fecha de su
aparición, se produjo
en varios puntos
casi simultáneamente. Las reglas
y las relaciones
matemáticas de esta nueva
forma de construcción,
se enseñaron en los talleres o logias
de los tallistas
de piedra de
Alemania y se propagaron
como secretos del
arte.
Donde quiera
que se emprendieron
obras de alguna
importancia, se levantaron
estas logias, a cuyo alrededor existían
habitaciones, que venían
a convertirse por
la prolongación de
los trabajos, que
duraban unos, dos o
más años, en colonias
o en conventos.
Como verdadero fundador
de las logias, se cita el nombre
del abad "Wilhelm von Hirschan, conde palatino
de Scheuren (1000-1091),
que había sido antes maestro de la
logia de
San Emmoran en
Regensbourg y que para
la conclusión y
ensanche de las
obras de la Abadía
de Hischan, había
llamado y reunido
obreros de todos los
oficios, albergándolos en el convento
en calidad de hermanos
laicos y haciéndoles
dar instrucción y
educación. La vida
común de estos
obreros estaba reglamentada por estatutos,
en los que,
como principio fundamental, Wilhelm había establecido,
que entre todo debía existir una
concordia completamente fraternal,
teniendo en cuenta que
para la realización de
una gran obra son indispensables el concurso de
acción y la combinación de todas las
fuerzas, de las que
depende el éxito
de toda empresa
de utilidad general.
En los
primeros años del
siglo XIV, fue
perdiéndose el gusto y
la afición al
arte de construir
en tierras del clero;
y los maestros
masones, formados por ellos,
se desligaron en
esta época de
la comunidad monástica.
Ya en el siglo
XIII se había visto
aparecer varias logias
de picapedreros,
independientes de los
conventos y unidas entre
sí, como veremos
más adelante, formando
un cuerpo al que
estaban afiliados todos
los obreros en
piedra de Alemania, tenían signos
especiales y particulares de reconocimiento y
se hallaban unidos
por ciertos artículos
de su carta (ordenanza)
que obligaban a
todos los miembros
y por los cuales
estaban reglamentadas sus
relaciones.
Diversas han
sido las opiniones
creadas sobre la
naturaleza y la
organización de las
logias y sobre
los conocimientos que
en ellas se
enseñaban. Mientras que
unos, considerándolas igualmente
alejadas de todos
los extremos, solo descubren en
las logias "lugares
ordinarios de reunión
de individuos constituidos en
corporación, regidos por severos reglamentos," otros
arrastrados por las
exageraciones de su imaginación
se obstinan en considerar a las logias
como las depositarías de
los grandes secretos
del mundo: realmente
las logias no
fueron durante la
Edad Media ni el punto de reunión
de adeptos ocupados
en resolver los
trascendentales y profundos
problemas que la
humanidad había de
desarrollar en su
incesante marcha progresiva,
ni la asamblea de
obreros vulgares e
ignorantes. El espíritu
que dirigía y
la organización de
las logias han
tenido sin duda algunas
bases más importantes
que simples prescripciones de policía
y vulgares procedimientos de
oficio; así lo
hace constar M. Reichensperger con conocimiento de
causa: "Por el espíritu
de unidad que, a
pesar de numerosas
disensiones exteriores, ha
precedido a la
creación de las
logias;" también está victoriosamente probado:
este acierto por
las obras incomparables que
han producido; obras
que cual árboles gigantes
y maravillosos han
cruzado el espacio
de los siglos y
cuyo gran esplendor
y diversidad de formas,
obedecen a una sola y
misma ley.
"Está probado,
continua diciendo Reichensperger, que la
Edad Media era
menos hábil que
nuestra época en la manera de
escribir, al menos
en el terreno
de las artes, para
ello se servían del
estilo lapidario en
toda la extensión de
la palabra; los
edificios, las obras
de arte constituían los escritos.
De modo que
los documentos que
se refieren especialmente a
lo que concierne
a las logias
y cuyo número,
se ha reducido, es tan
solo anterior a
la segunda mitad
del siglo XV,
deben ponerse en
paralelo con los
monumentos y con
la vida en
común de la
Edad Media para formar
con tales elementos
un cuadro que
nos ofrezca aproximadamente la
verdad.
En resumen,
de todos los
reglamentos de los
cuerpos de oficio que
la religión practica,
resulta que la
moral y el honor
eran considerados como
los sostenes fundamentales de las
logias.
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