LOS CONVENTOS
El estilo
romántico (1,000—1,200) es,
hablando propiamente, el
estilo católico; y, en efecto,
es, por su
carácter esencialmente
sacerdotal.
La construcción
de los edificios
religiosos se debe,
en primer lugar, a la
iniciativa del clero.
Los conventos fueron
los verdaderos focos de
la actividad industrial
y fecundaron también
el suelo, transformando en
fértiles oasis llanuras
estériles y desiertas.
Por estas causas el arte de
construir fue en un
principio ejercitado por
los monjes. Los benedictinos primero
y más tarde
los cistercenses, se ocuparon
de la construcción. Cada
convento era una
colonia, donde además
de dedicarse a
las prácticas de
piedad, se estudiaban las
lenguas, la teología
y la filosofía,
se ocupaban activamente
de agricultura y
se ejercían y
enseñaban todos los oficios.
Como cada abad
consideraba de su deber
el contribuir al
embellecimiento de la
iglesia de su convento,
y el fundar
nuevos monasterios y
erigir nuevas iglesias; además
como la vigilancia
y conservación de los
edificios estaba a
su cuidado, el ejercicio
del arte de
construir, que en
aquella época abrazaba
la escultura, la pintura,
etc., formaba parte de los
deberes de su
administración y constituía, por
lo tanto, para
ellos una verdadera obligación.
Les abades
trazaban los planos de
sus edificios y dirigían su
construcción, estableciendo de
este modo una
corriente de inteligencia entre
las relaciones de los
conventos. Muy pronto, sin
embargo, al lado
de los monjes
arquitectos aparecieron
arquitectos laicos.
La construcción
de grandes edificios
públicos debía establecer
relaciones muy estrechas entre
los numerosos artistas
y obreros durante
el periodo, con frecuencia
largo, que se empleaba en
la construcción de
cada obra. Y esta vida común
hizo nacer la aspiración
de afirmar la estabilidad de estas
relaciones, el sostenimiento del
orden entre sí,
para lo cual era necesario
que se estableciera
una subordinación completa e
indiscutible.
Fue preciso,
por lo tanto,
dar á estas
relaciones una forma
social que se adaptase
á su carácter,
y los mejores
modelos que se ofrecieron
a aquellos masones
fueron los colegios
de los romanos
y las asociaciones
fraternales de los germanos.
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